El fallo de la Corte Constitucional del Ecuador (CC) que abrió paso al #matrimonioigualitario desembocó en una campaña de odio que el colectivo #GLBTI no había visto desde la época de Febres Cordero.
Y el odio tiene varias vertientes. La primera y más visible son los grupos religiosos. La cúpula de la Iglesia Católica ofreció una rueda de prensa para advertir con marchas para “proteger a la familia”. La misma cúpula que no ha dicho ni una letra sobre Padre Jose Carlos Tuárez (curioso porque quienes reclaman que el sacerdote presida un organismo del Estado, nada dicen cuando la Conferencia Episcopal vulnera el estado laico al imponer sus normas de conducta a toda la sociedad).
Los obispos nunca dieron una rueda de prensa para condenar los casos de pederastia registrados en #Quito, #Cuenca y #Guayaquil. Y el colectivo “Con mis hijos no te metas” jamás se ha pronunciado sobre la violencia contra la mujer y los femicidios ocurridos frente a los nuevos huérfanos.
Desde grupos evangélicos se comete la irresponsabilidad de convocar una marcha en Guayaquil, el mismo día que estaba previsto desde hace un mes el desfile anual por el #OrgulloGay. Es a propósito: tratar de infundir miedo en las personas; la tolerancia y el amor al prójimo en este caso no aplica.
Pero más allá de la visión medieval de las religiones el odio se alimenta de mucha gasolina vertida desde los medios de comunicación. El espacio de entrevistas de Ecuavisa, Contacto Directo, se dedicó prácticamente dos semanas a dialogar con todo aquel que se oponga al matrimonio igualitario dejando de lado toda la coyuntura política nacional. Alfredo Pinoargote no deja de clamar al cielo porque ningún político ecuatoriano de peso se ha pronunciado en contra del derecho. Él debió haber estado esperando a sus admirados Jaime Nebot y Guillermo Lasso, que han guardado silencio.
Quien sí se pronunció, como quería Pinoargote fue #RafaelCorrea, pero a ese no puede entrevistar. Otro hecho curioso: el matrimonio igualitario ha puesto en una misma esquina a Pinoargote y #Correa.
Pero el hito del odio vino de la red, del espacio de entrevistas de La Posta. El diálogo entre Anderson Boscán y el columnista de Diario Expreso, Roberto López, se constituye en un documento de la historia ecuatoriana de la ignorancia.
Haciendo gala de una homofobia que asusta (en algún momento López dice no soy homofóbico, pero supongamos que mi padre era homosexual, alza su mirada y expresa nunca te he insultado así, ante la risa burlona del periodista) y raya en la estupidez. López llega a afirmar que solo en Quito debe haber matrimonio igualitario porque en Guayaquil los hombres se casan con mujeres. De hecho, el desfile del Orgullo Gay guayaquileño es más multitudinario que el de la capital.
La entrevista es una mezcla de la ignorancia proveniente de la mala fe (de ese desconocimiento que es por decisión) y la homofobia de López que es tan sospechosa (acentuada por el movimiento de sus manitos) que en algún rato insinúa que si se abre la puerta al matrimonio igualitario las mujeres se quedarán sin posibilidades de casarse.
Sin tener en cuenta que un supuesto jurista maneje conceptos propios del siglo XV, lo que aterra es que este sea columnista de un diario nacional. Y peor aún que un supuesto periodista (que por cierto tiene una colección de tuits misóginos) dé espacio a esas ideas, eso solo se entiende porque las comparte; la risa cómplice lo delata.
Pese a toda la campaña del miedo vertida en redes y medios, al acoso que han recibido quienes se han manifestado públicamente a favor de los derechos, hoy las principales ciudades del país celebrarán el Orgullo, muy especial este año por el gran hito que significa el matrimonio igualitario, que además coincide con el medio siglo de la revuelta de Stonewall en Nueva York que fue el pistoletazo de salida del movimiento gay como hoy lo conocemos. De allí la importancia de la manifestación pública y política, tomar partido ahora es más urgente que nunca porque al odio hay que plantarle cara.
LA MESA SERVIDA EC.
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