domingo, 22 de julio de 2018

MIENTRAS MÁS GRANDE MAS CUESTA


LA TARIFA DEL SCROT HOMOSEXUALVARIA DEPENDIENDO DEL TAMAÑO DEL MIEMBRO Y LA PINTA.

“No es para cualquiera. Aquí no hay sentimientos, ni compromiso,
es solo sexo. Pero hay que ser cauteloso”.
PABLO
Practicante
Lo recorrió con los ojos, ávido a lo que s e le ofrecía en el urinario de al lado.
Anthony sabía bien a lo que iba y no vaciló en espiar lo que Su “vecino” Pablo sacaba del pantalón.
Con un guiño confirmó el trato y el otro le respondió el gesto. O era la primera vez del universitario en aquel baño de una estación de autobuses, en el sur de Quito.

Estaba fascinado con esa práctica sexual que, hace menos de un año, le alborotó las entrañas y le quitó el sueño.
Es una oportunidad, sin compromiso, solo placer”, contó Pablo, atraído por los hoyuelos que se dibujan en las mejillas de Anthony.

“A mí me gustan así, tienen que verse masculinos”, añadió el estudiante, antes de acompañar a su conquista a un departamento del sector.
Afuera de la terminal, caminan sin toparse, como si fueran un par de amigos. Aunque no se salvan de los curiosos que los miran desde lejos, de seguro, conversando sobre las inclinaciones de los muchachos.
En el trayecto, el diálogo es superficial - ¿cómo te llamas?, ¿de dónde eres? , ¿Haces esto con frecuencia?, son frases que intercambian entre ellos, antes de atravesar el umbral del placer.
En el tercer piso de un edificio del sur de la capital está la residencia de Anthony. Era la primera vez que llevaba a un amante a su alcoba decorada con edredones de encaje. “Se corre la voz, no es una hora fija o una persona en particular…Puedes llevarte un chasco”, detalló el dueño de casa, rememorando una ocasión, cuando un hombre heterosexual le gritó degenerado. “Mal interpreté un gesto”, explicó Anthony Vagamente.
Lo que pasa en el encuentro es privado, consensuado y gratuito. “No hay intercambio de dinero, solo de sexo, argumentó Pablo.

Antes de desprenderse de su ropa, la pareja habla sobres sus fantasías, gustos o el rol que desempeña entre las sábanas. “Generalmente no te vuelves a ver con esa persona”, coincidieron.

Estos contactos pasajeros colmados de adrenalina, se repiten en los sanitarios de varios puntos de la capital: estaciones de autobuses, centros comerciales y parques.
No son seguros, está claro”, pero está claro” pero según los aventureros, no existen muchas opciones para la comunidad gay. “Hay saunas y uno que otro vídeo erótico (cine club)… Así que hay que buscar espacios”, refirió Anthony.
Para él, los encuentros sexuales casuales son práctica “normalizada” en la sociedad hetero, pero una confirmación de la promiscuidad que, supuestamente, rodea al amiente gay. “Si un tipo, aunque sea casado, va a un prostíbulo está bien, pero si un hombre homosexual quiere una aventura, es un degenerado”.


LA PAGA.
Se ocultan detrás de los árboles, expectantes, en silencio. El encuentro es raudo, apenas un intercambio de palabras y caminan discretos hacia los hostales.
El precio no siempre es el mismo, varía por el tamaño del miembro, el rol en la cama y la pinta. Carlos sabe bien los detalles de esta práctica sexual pagada y conoce cada una de las bancas de El Ejido, un parque del centro – norte de Quito.
No, no es un deportista empedernido, ha sido scort (trabajador sexual) los últimos dos años y ese es su lugar de trabajo. “Es peligroso”, resumió el joven, al referirse a las andanzas que realiza hasta las cinco o seis de la tarde, dependiendo del día. “Tengo unos cuatro, máximo cinco clientes”, confesó.
El pantalón apretado y su mano sobre las partes nobles son una señal que su público sabe interpretar. “Cobro unos 20 dólares y ellos pagan el hotel.”, destacó. Los años en la actividad le han dado experiencia, no solo en los menesteres del place, sino también en el reconocimiento de los clientes.
Hay de todo, gente que ni siquiera parece homosexual, de esa que va por la vida manteniendo una imagen de hombre intachable. Si sus familias supieran lo que piden en la intimidad”, acotó Carlos con un tono burlón.
Él se cuida mucho, no solo de la transmisión de enfermedades sexuales, sino también de los clientes obsesivos. “Siempre hay de los que se enamoran… Son como pelada intensa, no paran de buscarte”, agregó.
Carlos es de Los Ríos y, aunque su familia no sabe a lo que se dedica, agradece el apoyo económico que recibe cada mes. “Soy gay porque me gusta, pero la profesión la elegí por necesidad”, describe titubeante.
ESCENARIOS DIGITALES, PLATAFORMAS EN LA RED, OTRA ALTERNATIVA.
Aunque los lugares para pactar encuentros sexuales son de “domino público”, en las plataformas digitales también se ofertan citas.
Ya sea en redes sociales o en aplicaciones con ese fin en específico, la comunidad homosexual expone sus opciones.
Grindr, por ejemplo, es una app móvil gratuita, que se describe como la número uno del mundo para conectar chicos gays y bisexuales. En los últimos meses, esta se ha popularizado en Quito, y actualmente está plagada de extranjeros. “Sobre todo de venezolanos”.
En el espacio se suben fotos de los perfiles, con sus características físicas, sus “habilidades y sus aficiones”. Para venderse mejor pueden poner sus medidas y su rol”, añadió.
En teoría, la aplicación funciona bastante bien, especialmente para quienes buscan algo pasajero. Sin embargo, en ocasiones los usuarios han sido víctimas de algunos delitos como: asaltos o violencia sexual.
Tú vas a una cita con una persona Que solo conoces por internet, con lo que te topas en la vida real, es otra cosa”, sentenció Pablo.
En una ocasión uno de esos encuentros desencadenó en un acoso constante por parte de un sujeto. “Llegó hasta mi universidad a buscarme, narró el chico.
El problema más grave es el delictivo, como le sucedió a Mario, fiel consumidor de esa plataforma. “Pacté un encuentro con un tipo. Era guapo y de conversación entretenida. Salimos y cuando fuimos a mi casa se llevó hasta la televisión, preciso sin detalles, prefirió no hacer la denuncia por temor a ser víctima de agresiones.
Si ya es cuestionado el ser homosexual, imagínese si uno pone una demanda a un tipo que le roba durante sexo casual, concluyó.
4,2% de hombres homosexuales ha experimentado relaciones sexuales obligadas.
8,7% de hombres homosexuales ha sufrido acoso sexual.
6,6% de esta población ha sido víctima de violencia en espacios públicos.
Autora: Ariana Almeida Martinez
Redactora de El Extra – Quito
Publicado el 11 de Junio del 2018,

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