Con la llegada de la revolución ciudadana, independiente de las relaciones implícitas, ha derivado en el reconocimiento más abierto de los homosexuales en la sociedad. Sin embargo, debemos por lo menos imaginar las derivaciones futuras que se presentarán y que aún cuestionan muchos ecuatorianos, por el temor de una amistad íntima con los homosexuales de sus hijos heterosexuales.
El repertorio vivido por las familias ecuatorianas va cambiando aceleradamente y se presentan nuevos cuestionamientos por el miedo de las relaciones más cercanas y abiertas que el colectivo homosexual va imprimiendo en la sociedad. El miedo de los jefes de familia va principalmente en el sentido de sospechar o llegar a suponer de que uno de sus vástagos sea homosexual. Las principales causas son precisamente los prejuicios aún presentes en padres y madres y que cada día van desapareciendo entre la juventud. Atribuyendo dicho comportamiento a una sociedad “permisiva o pervertida”, algo que desean evitar para sus hijos al temer "malas influencias" que conlleven a conductas “desordenadas” de su comportamiento como hombre o mujer.
Definitivamente, a medida que el tiempo transcurre, la orientación de género será menos importante frente a las relaciones que establezca la sociedad en general, permitiendo de este modo que su influencia negativa sea menor en los jóvenes homosexuales, ampliando de esta forma su modo de relacionarse con el mundo, abriendo cada vez más el espectro de sus relaciones de amistad, no sólo concentrarse en su círculo de amigos homosexuales, sino la posibilidad de abrirse a círculos heterosexuales, quienes habrán superado el miedo de “contaminarse” o de “volverse” homosexuales.
El beneficio será de mayor grado para los grupos homosexuales, quienes con mayor aplomo y seguridad podrán interactuar en distintos medios sociales sin temor a prejuicios superados por la ciencia y el conocimiento.
Una de las experiencias prácticas que influirá definitivamente en las relaciones de amistad entre estos géneros de preferencia sexual, serán los resultados del desarrollo de las familias de hijos con padres homosexuales o hijas de madres lésbicas. Se aniquilarán de modo práctico los supuestos de la determinación de las preferencias que, sin ningún fundamento científico, psicológico o psiquiátrico, dicen se definen en la adolescencia o en el tránsito de la niñez a la madurez psíquica. Donde supuestamente se consolidan y afianzan los afectos, los sentimientos de acento selectivo, emocional e íntimo, que supuestamente influyen en su preferencia sexual.
Naturalmente, ya sea en una familia tradicional o en otra de padres homosexuales o madres lésbicas, cuentan en todas éstas familias los valores y principios, el respeto al cuerpo, al potencial abuso que se expone el adolescente, indistintamente de donde proceda el agresor. Sin embargo, aún prevalece la idea errónea que tales padres o madres, homosexuales o lésbicas, pueden sugerir en sus hijos comportamientos irregulares, del mismo modo que se tiene la idea errada de que la mayoría de los curas católicos son pederastas por el acento que le ha dado la prensa a los casos que se han presentado dentro de la Iglesia. Sin embargo, un estudio independiente ha determinado que los casos de abuso de infantes por parte de miembros del clero, guardan una proporción menor en relación a los abusos a menores atribuidos en otros colectivos distintos de la Iglesia.
Sin alejarnos del tema, las relaciones de amistad, en mucho intervienen sentimientos de afecto, a medida que vamos madurando, las relaciones de amistad van cambiando en diferentes sentidos para cada persona, algunas amistades se mantienen y consolidan por intereses de distinto orden, otros se van formando en base a lo que esperamos de ellos, de las exigencias mutuas, de lo que pensamos, hacemos o actuamos. Mas existen grupos o amigos, que algunos aspectos de afectividad no cambian, permanecen invariables, se sienten cercanos mutuamente, encuentran apoyo emocional, protección y otros modos de expresarse que comparten relaciones psíquicas y espirituales.
A medida que se vayan consolidando los reales fundamentos del ser y proceder del colectivo homosexual en la sociedad, van a ir superándose los miedos infundados de cuestionar que no se puede establecer una relación auténtica de amistad entre heterosexuales y homosexuales. Se superará el supuesto temor del apego amistoso y considerarlo extremadamente difícil de lograr una relación de amistad entre heterosexuales y homosexuales.
Es posible, que más temprano que tarde, las relaciones de amistad entre chicos de distintas preferencias sexuales empiecen a presentarse, sin el temor de los heterosexuales que aun creen que "tener una amistad homosexual, pone en duda su propia heterosexualidad”.
ALBERTO GUILLERMO
jua195@hotmail.com
Grupo País Canela
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