sábado, 26 de mayo de 2018

¿EXISTE EN ECUADOR UNA ORGANIZACIÓN O PERSONA QUE REPRESENTE A LOS GLBTI?



¿Existe en Ecuador una organización o persona que represente a la comunidad Lgbti?
¿Quién otorga ese derecho? ¿Quién debe asumirlo?
¿Basta la realización de una asamblea para formar una Federación de Organizaciones Lgbti? 

Varias preguntas me asaltan al respecto, luego de haber escuchado una entrevista que le hiciera la periodista Janeth Hinostroza al activista transgénero Giovy Jaramillo, quien afirma la existencia de tal federación mientras replica un pronunciamiento de otra activista, Pamela Troya, con respecto a la positiva labor que los periodistas llevan a cabo al amplificar las demandas de la diversidad sexual.

Para Jaramillo el trabajo de los colectivos tiene una historia de más de 20 años. Y es verdad. La lucha empezó desde antes de la despenalización de la homosexualidad (1997) y fue liderada principalmente por poblaciones trans.

No empezó ni ayer, ni hace dos o tres años con la campaña del Matrimonio Civil Igualitario que abandera Troya. Conozco a los dos activistas. Con ambos he compartido momentos de trabajo. Creo, sin embargo, que ninguno representa a los grupos en cuestión.

Cada uno, como tantos otros que hay en el Ecuador, ha luchado en su momento (y lo siguen haciendo) en pos de sus demandas, pues los mandantes de turno, a pesar de haber aceptado algunos derechos (nada es gratuito, ante los cambios históricos a favor de las personas sexualmente diversas que han sucedido en la región y en gran parte del Planeta en las últimas décadas, ningún Estado puede cerrar los ojos), no han conseguido ser equitativos.

En temas de género y sexualidad ha pesado la balanza conservadora judeocristiana. Sobre todo en el Gobierno, que ha tenido que encarar las mayores demandas. Los activistas en cuestión, y otros que han copado los medios en el último lustro, trabajan también por sus intereses personales. No solo por aquellos del sector al cual pertenecen. Sobre todo quienes se encuentran muy apegados a este oficialismo (¿paradójico, no?), olvidándose que es fundamental encontrar puntos en común para que las necesidades de todas las personas vulneradas sean solventadas.

Pedro Artieda


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